Un estudio realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) reveló que las altas temperaturas ambientales pueden afectar la función cerebral en niños.
La investigación, publicada en marzo de 2025 en el Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, analizó a 2,229 menores de entre 9 y 12 años mediante resonancias magnéticas.
Los resultados mostraron que tras una semana de calor intenso, la conectividad funcional entre regiones clave del cerebro se redujo notablemente. Esta disminución en la comunicación cerebral podría impactar en habilidades cognitivas esenciales como la atención, la memoria y la capacidad para tomar decisiones.
El estudio destacó que estas alteraciones podrían tener consecuencias a largo plazo en el desarrollo neurológico de los niños. Además, se observó que las regiones cerebrales afectadas están vinculadas con funciones ejecutivas, que son cruciales para el aprendizaje y el comportamiento social.
La investigación es pionera en vincular directamente el calor ambiental con cambios en la actividad cerebral infantil. Esta evidencia científica pone de manifiesto un riesgo hasta ahora poco explorado del cambio climático, más allá de sus conocidas afectaciones físicas.
Impacto en el desarrollo cognitivo
Aunque aún no está claro qué factor específico del calor tiene un mayor impacto —si las temperaturas máximas, la duración de la ola de calor o el calor nocturno—, los investigadores continúan estudiando estos aspectos. El análisis de estos elementos es fundamental para entender mejor cómo proteger a los grupos más vulnerables.
Expertos recomiendan implementar sistemas de alerta temprana durante las olas de calor para reducir la exposición prolongada, especialmente en niños y personas con condiciones neurológicas preexistentes. Además, se sugiere que las políticas públicas incluyan ajustes en los seguros médicos para cubrir los riesgos asociados al calor extremo.
La BBC ha señalado que otros estudios vinculados muestran que el calor también afecta a adultos, aumentando la irritabilidad, la impulsividad y provocando problemas para dormir. Frente a este panorama, el calor extremo ya no puede considerarse solo una molestia temporal, sino un factor de riesgo real para la salud mental y neurológica.