Monseñor Ramón Castro Castro, obispo de Cuernavaca y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), afirmó que la inseguridad que impera en algunas zonas del país ha obligado a modificar los horarios de algunos ritos de la Semana Santa.
En entrevista para el programa de Joaquín López-Dóriga en Radio Fórmula, monseñor Castro indicó que uno de los ritos que se ha tenido que modificar es, por ejemplo, la Vigilia Pascual, la cual se lleva a cabo en la noche del Sábado de Gloria.
“Este ambiente de inseguridad ha afectado ya la Vigilia pascual en varios estados, en varias Diócesis, en varias parroquias.
¿Por qué lo ha afectado? por el horario; litúrgicamente la Vigilia Pascual tiene que ser celebrada cuando comienza la noche, sin embargo se han tenido que hacer excepciones y celebrarla a las 5 o 6 de la tarde, precisamente por la inseguridad”.
“Muchísimas personas no quieren llegar muy noche a su casa o tener el riesgo de que algo pueda suceder. Veamos cómo afecta ciertamente nuestra liturgia y estos momentos tan importantes en esta situación difícil que vive nuestro país”, indicó.
Incluso algunas procesiones del Viernes Santo también se han visto afectadas, aunque no de forma significativa, según dijo.
“El Viernes Santo, las procesiones con el vía crucis han afectado en la participación de algunas personas, que sienten alguna inseguridad, pero hasta ahora no ha sido de una manera significativa”, destacó.
Llamado a la esperanza ante violencia en México
El obispo de Cuernavaca pidió a los mexicanos sin embargo no perder la esperanza en esta Semana Santa, particularmente por ser este 2025 el Año Santo de la Esperanza decretado por el papa Francisco.
“No perdamos la esperanza, es el Año Santo de la Esperanza. El Santo Padre nos convoca para que, a pesar de tantas dificultades en un horizonte tan complejo, tan oscuro, nadie pierda la esperanza”, argumentó.
“Cristo venció a la muerte y esa Resurrección le da fundamento a todo, sentido al dolor.
Le diría a las madres buscadoras encuentren en la cruz y en la Resurrección la fuerza para seguir adelante y que todas las personas enfermas que pasan situaciones complejas es el momento de renovar y de fortalecer el corazón”.
El caso de las misiones: golpe del crimen organizado
Pero la inseguridad no sólo afecta a los oficios.
La Semana Santa ha perdido una de sus expresiones más vibrantes en las zonas más vulnerables y pobres del país debido a la presencia de grupos del crimen organizado: las misiones católicas o de otros credos cristianos.
Según publica El Sol de México, estas actividades, que durante décadas han llevado a estudiantes, seminaristas y religiosos de las diversas diócesis a comunidades pobres para compartir la fe, la esperanza y el apoyo material, han sido canceladas en varias regiones debido al recrudecimiento de la violencia y el dominio de la delincuencia organizada.
Así lo explicaron los organizadores de este tipo de actividades en escuelas y universidades católicas, como Laura Bustos, perteneciente a instituciones lasallistas.
Se han visto obligados a reducir las zonas de misiones para garantizar la seguridad de sus jóvenes misioneros y evitar así alguna incidencia.
Por ejemplo, en Michoacán, donde se solían realizar misiones y visitas a comunidades rurales, el uso de drones con explosivos y minas terrestres de los cárteles ha elevado el riesgo a niveles nunca antes vistos.
“Llevo 14 años en la organización de misiones, antes íbamos a las zonas más pobres de Puebla, los más jóvenes o Veracruz, los estudiantes de preparatoria y universidad.
Ahora las cosas han cambiado por los lugares donde la violencia ha ido a para arriba, hablamos con las autoridades de las comunidades y si nos dicen que no hay condiciones y garantías de seguridad, no vamos”.
Agrupaciones como Familia Misionera, de los Legionarios, tras hacer una serie de investigaciones reducen cada año las comunidades a las que decenas de jóvenes acudirán durante la Semana Mayor, con el objetivo de garantizar su seguridad.
Hoy optan por misionar en las zonas urbanas de las grandes capitales como Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México, que en la sierra poblana o en localidades indígenas de Chiapas o Guerrero.
En la misma situación se encuentran las misiones que preparan diversas escuelas lasallistas de Ciudad de México.
Por ejemplo, hasta hace dos años los estudiantes lasallistas visitaban anualmente la comunidad de Felipe Carrillo Puerto en Veracruz, sin embargo, en 2024 y 2025 descartaron acudir a esa región debido al incremento de la violencia y el aumento de asesinatos.
En estados como Chiapas, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Sinaloa, donde la pobreza y la marginación han sido históricamente un caldo de cultivo para el crimen organizado, las misiones que solían llenar de vida las comunidades durante la Semana Santa han desaparecido desde el inicio de la pandemia, hace ya cinco años, consigna el rotativo.
“No podemos arriesgar a los jóvenes ni a los sacerdotes. En ocasiones los caminos están tomados, las amenazas son constantes y las comunidades viven al margen de grupos que no respetan ni la fe ni la vida”, expuso el sacerdote diocesano Pedro Agustín Rivera.
Suspensión de actividades
La Iglesia Católica suspendió actividades en varias parroquias de Chiapas, uno de los estados más pobres de México, donde el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Generación (CJNG) se disputan el control del tráfico de drogas y personas.
Celebraciones mínimas
En Culiacán, Sinaloa, donde las balaceras se han convertido en el pan de cada día, las parroquias han optado por celebraciones mínimas dentro de los templos, dejando de lado las misiones a zonas serranas, donde la presencia de la Iglesia buscaba aportar beneficios a la población.
Una pérdida doble
Para monseñor Pedro Agustín Rivera Díaz, párroco de Nuestra Señora de Fátima en Ciudad de México, la disminución o ausencia de las misiones es una pérdida doble:
la gente no solo se queda sin el consuelo espiritual, sino también sin la ayuda material que los misioneros solían llevar, como despensas, ropa y medicinas.
Con información de El Sol de México, Radio Formula Y Episcopado Mexicano