Montadeudas eligen México para fraudes por escasa educación digital

En la última década, México ha visto un notable incremento en la actividad de aplicaciones fraudulentas de préstamos, conocidas como montadeudas.

Según el software de ciberseguridad Kaspersky, estas prácticas fraudulentas están lejos de ser un problema aislado; más bien, se están convirtiendo en un fenómeno alarmante en el contexto de la economía digital. En 2025, el país reportó un repunte en estos esquemas de estafa, poniendo a México en un lugar destacado en el mapa latinoamericano de delitos cibernéticos.

El modus operandi de las montadeudas es preocupantemente simple: los delincuentes prometen créditos exprés tras la simple cumplimentación de un formulario digital.

A menudo, envían mensajes que simulan una aprobada transferencia de fondos, instando a las víctimas a descargar una aplicación que, al final, se convierte en una trampa. Esta aplicación pide una variedad de datos sensibles, desde fotos de documentos oficiales hasta datos biométricos, dejando a los usuarios completamente expuestos.

Leandro Cuozzo, investigador senior en el equipo de investigación de Kaspersky, subraya la peligrosa atracción de estas aplicaciones, que ofrecen créditos casi inmediatos y sin requisitos. No solo no se realiza el depósito prometido, sino que se perpetran robos masivos de identidad. Estos datos robados son luego comercializados en oscuros foros clandestinos, lo que genera pérdidas económicas significativas.

Las estadísticas de Kaspersky en la Cyber Security Week de 2025 revelan que México experimenta una mayor incidencia de estafas de este tipo en comparación con Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Chile. La combinación de la creciente demanda de préstamos rápidos, la escasa oferta de créditos legítimos y la falta de mecanismos de verificación digital crea un caldo de cultivo ideal para estos fraudes.

El impacto de las montadeudas no se limita al primer engaño; la identidad de las víctimas puede ser usada para abrir nuevas cuentas o incluso para extorsionar a terceros. En algunos casos, las aplicaciones pueden exigir a las víctimas pagar deudas con intereses exorbitantes para desbloquear sus dispositivos.

Además de las montadeudas, otro tipo de fraude en ascenso son las aplicaciones de inversión falsas. Prometiendo retornos desproporcionados en un corto periodo, estas plataformas se presentan como intermediarios internacionales o fondos de inversión vinculados a grandes empresas. Utilizando logotipos reconocibles y fotografías de celebridades, refuerzan su credibilidad engañosa.

Los estafadores logran crear un vínculo de confianza con las víctimas, quienes, convencidas de que sus ahorros están creciendo, realizan depósitos cada vez mayores. Algunos individuos han reportado pérdidas que alcanzan cifras considerables, como 15,000 dólares.

Enfocando la atención en cómo se desarrollan estos fraudes, se observa que estos delitos están cada vez más organizados. Cuozzo menciona que detrás de estas estafas hay bandas que operan con profesionalismo, llevando la cibercriminalidad a un nuevo nivel.

Con estructuras bien definidas y soporte al cliente, las operaciones son sofisticadas, equipadas con marketing criminal y herramientas tecnológicas avanzadas, como la inteligencia artificial, que les permite escalar sus actividades.

Para combatir estas amenazas, se deben adoptar estrategias tanto a nivel individual como institucional. Los usuarios deben aprender a desconfiar de cualquier promesa de dinero rápido y evitar enlaces de fuentes no oficiales. Además, es crucial verificar la existencia de plataformas en portales legítimos y reportar cualquier actividad sospechosa.

Por su parte, las instituciones bancarias y las fintechs deben fortalecer sus canales de comunicación, y las autoridades deben perseguir activamente la suplantación de identidad y el comercio de datos personales. Las empresas tecnológicas deben actuar rápidamente para eliminar aplicaciones y dominios fraudulentos.

Los fraudes de esta naturaleza no son meras anomalías en el sistema, sino síntomas de un mercado delictivo en expansión. En un panorama donde cada vez más personas manejan aspectos financieros mediante plataformas digitales, la cautela y la educación se vuelven esenciales para evitar convertirse en parte de esta alarmante estadística.