El Gobierno de México, alista una ofensiva comercial con la puesta en marcha del “Plan México”, una estrategia económica que busca blindar la industria nacional frente a la competencia externa y, de paso, responder a las políticas arancelarias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Dentro de este plan, el país evalúa imponer aranceles a naciones con las que no existen tratados comerciales, como China, con el objetivo de frenar la entrada de productos que afectan a sectores locales estratégicos. Una de las primeras medidas ya en vigor son las cuotas compensatorias al calzado chino, que establecen tarifas adicionales a los pares importados por debajo de cierto precio.
Además, México planea llevar a la mesa de la próxima revisión del T-MEC nuevas reglas de origen, lo que obligaría a que más productos cuenten con mayor contenido regional para evitar sanciones de entre el 5% y el 20%. Con ello se busca equilibrar la competencia y reforzar la producción en territorio nacional.
El Plan México también contempla proyectos de infraestructura y políticas de estímulo a la producción, con especial atención en la industria automotriz, el calzado, la agroindustria y los semiconductores. Su propósito es diversificar la economía y reducir la dependencia de importaciones asiáticas.
Este viraje económico ocurre en medio de la tensión con Washington, donde Trump insiste en aumentar aranceles a productos mexicanos. Sin embargo, México ha logrado negociar prórrogas y busca usar el comercio como carta de presión.
En este escenario, la estrategia mexicana no solo envía un mensaje claro a Estados Unidos, sino también al resto del mundo: el país está decidido a defender su economía interna y reposicionarse en el tablero global.