La física cuántica volvió a sorprender al mundo con un hallazgo que parece sacado de la ciencia ficción: un equipo de científicos de la Universidad de Viena y la Academia Austriaca de Ciencias descubrió una forma de “retroceder en el tiempo” a nivel subatómico, una posibilidad que abre nuevas fronteras en la investigación y la tecnología.
El descubrimiento se centra en un mecanismo denominado interruptor cuántico, capaz de analizar las trayectorias de partículas subatómicas, como los fotones de luz, a medida que se desplazan a través de cristales. Según el físico español Miguel Navascués, miembro del equipo, este dispositivo permite seleccionar cualquier estado pasado de una partícula sin alterar su comportamiento.
A diferencia de rebobinar una película, este sistema no hace observable el retroceso: el estado anterior de la partícula se elige sin modificarlo, un fenómeno exclusivo del mundo cuántico que desafía la percepción de la realidad.
Aunque el hallazgo suene a ciencia ficción, no es aplicable a nuestro mundo macroscópico. Las leyes clásicas de la física que gobiernan los objetos cotidianos impiden revertir eventos pasados. Sin embargo, este descubrimiento abre la puerta a comprender mejor el tiempo a nivel subatómico y sus posibles aplicaciones tecnológicas.
Uno de los avances más prometedores se encuentra en el campo de los ordenadores cuánticos. Gracias al interruptor cuántico, estos sistemas podrían ejecutar cálculos más complejos con menor margen de error, mejorando el rendimiento en áreas como modelización climática, investigación médica y desarrollo de inteligencia artificial.
El potencial de esta tecnología permite incluso la posibilidad de “corregir errores” a nivel subatómico, lo que podría revolucionar la forma en que se procesan grandes cantidades de información y cómo las máquinas aprenden y optimizan sus resultados.
Aunque aún no se pueda viajar en el tiempo para cambiar decisiones personales o sucesos cotidianos, el avance científico demuestra que el futuro de la física cuántica está lleno de posibilidades. Este hallazgo no solo amplía el conocimiento sobre cómo funciona el tiempo, sino que también ofrece herramientas para desarrollar tecnologías más precisas y eficientes, acercándonos cada vez más a un mundo donde la ciencia cuántica transforme la vida cotidiana.