Lejos de ser una simple pausa escolar, las vacaciones de verano pueden representar un desafío para la salud infantil.
Niñas y niños llegan a aumentar entre uno y cuatro kilos debido al consumo excesivo de alimentos ultraprocesados, bebidas azucaradas, la falta de actividad física y la alteración de los horarios de sueño, advirtió Antonio Castañeda, director general del Centro de Obesidad Dr. José Castañeda.
En entrevista, el especialista explicó que estos cambios en los hábitos impactan directamente el metabolismo infantil.
“El problema no es sólo el aumento de peso, sino las enfermedades que se desarrollan desde edades tempranas: resistencia a la insulina, hipertensión, inflamación crónica y un mayor riesgo de diabetes o incluso ciertos tipos de cáncer”, señaló.
De acuerdo con la Secretaría de Salud, el exceso de peso en la infancia constituye uno de los principales problemas de salud pública. La obesidad infantil es una enfermedad crónica caracterizada por una acumulación excesiva de grasa corporal y se diagnostica cuando el peso del menor supera en más de 20 por ciento su peso ideal, considerando la edad y estatura.
Lo preocupante, advierte Castañeda, es que los kilos ganados en las vacaciones rara vez se pierden al regresar a clases y, por el contrario, tienden a acumularse, ocasionando obesidad infantil.
Según datos recientes de la Secretaría de Educación Pública (SEP), cuatro de cada 10 estudiantes en México ya presentan problemas de sobrepeso u obesidad.
Además, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Continua (ENSANUT 2022) señala que 37 por ciento de los niños de entre cinco y 11 años y 40.4 por ciento de los adolescentes de 12 a 19 años presentan esa condición, y reconoce que las cifras aumentan en vacaciones.
Ante este panorama, el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) emitió recomendaciones para fomentar una alimentación saludable desde los primeros años de vida, así como la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses, seguida de una alimentación complementaria variada y nutritiva hasta al menos los dos años.
Asimismo, el INSP promueve el consumo diario de frutas y verduras de temporada, leguminosas como frijoles, lentejas y habas, así como cereales integrales y tubérculos, que son fuentes esenciales de fibra, vitaminas y energía para un crecimiento saludable.
El instituto sugiere reducir la ingesta de carnes rojas y evitar las carnes procesadas, priorizando proteínas de origen vegetal y opciones como pollo, pescado, huevos y productos lácteos.
En contraste, recomienda limitar el consumo de embutidos, papas fritas, galletas, pan dulce y cereales azucarados, optando por productos con pocos o ningún sello de advertencia nutricional.
Por último, el INSP destaca la importancia de priorizar el consumo de agua natural sobre las bebidas azucaradas, así como incrementar la actividad física.
“Las medidas escolares, como prohibir la venta de comida chatarra en las escuelas, ayudan, pero si en casa persisten los malos hábitos, no sirven de nada. Necesitamos campañas, talleres y educación nutricional real”, concluyó Castañeda.
Con información de El Heraldo de México